Velázquez por Velázquez

Velázquez por Velázquez

La imagen que recibe al visitante de esta página probablemente sea la obra pictórica más analizada de la cultura occidental. El cuadro de Diego Velázquez realizado en 1656 y que desde 1843 está nombrado como “Las Meninas” (antes de esa fecha fue catalogado con otros nombres y el autor no le puso ninguno) ha dado lugar a numerosas y a veces famosas interpretaciones, desde las 56 versiones que de esta obra pintara Pablo Picasso, pasando por las reflexiones del teórico del psicoanálisis Jacques Lacan, hasta el análisis de Michel Foucault en su obra Las palabras y las cosas, una pieza fundamental en el debate filosófico del momento.


Pero la aparición en la portada de la página web de este Taller tiene objetivos seguramente más modestos y locales, que sobre todo tienen que ver con la identidad de los Talleres de Proyecto de Arquitectura y Urbanismo de nuestra FADU.


Desde hace un siglo los Talleres de Proyecto se identifican con el nombre de quien ejerce su dirección. Se da por entendido al hacerlo que cada Taller sigue, de alguna manera, las ideas y concepciones sobre la arquitectura y la enseñanza que su director o directora enarbola, su equipo docente difunde y sus estudiantes incorporan.


Está claro para mí que esta descripción no se ajusta a la realidad actual y probablemente a ninguna realidad anterior, más allá de relatos más bien mitológicos sobre épocas pasadas de la Facultad de Arquitectura que una y otra vez se expresan, invocando la necesidad de una escurridiza “línea” del Taller que casi siempre cuesta mucho identificar con una mínima precisión.


Los Talleres reales, ya se sabe, son colectivos docente-estudiantiles de extremada complejidad, cuya identidad viene dada no tanto por la persona de su director o directora como por la continuidad de un equipo docente que, de todas maneras, varía a lo largo del tiempo tanto en su integración como en lo que piensa y en lo que hace, con la naturalidad con la que cambia cualquier esfuerzo colectivo a medida que se lleva a la práctica.


Esto significa que el Taller Velázquez es el mismo taller que antes se llamaba Taller Perdomo, y antes de antes se llamaba Taller Otero, con sus 28 años de historia, de idas y de venidas. Pero también quiere decir que el Taller Velázquez del 2023 no será el mismo que el Taller Velázquez de 2018. Y ambas cosas son ciertas con independencia de quien o quienes lo dirijan y de cómo se llame, así lleve -de pura casualidad- un nombre que coincide con el de un pintor genial del Siglo XVII.


La reestructura docente en curso interroga -entre otras cosas- a los talleres, en cuanto a qué los define, cómo se organizan y dirigen y -eventualmente- a cómo se los identifica. Mientras la discusión se desarrolla, quizá sea bueno descontracturar las ideas consagradas de qué cosa es un taller de arquitectura y quizá incluso tomarse con cierta ironía algunas de sus características más claramente anacrónicas.


Raúl Velázquez